LA muerte de Francisco Franco el veinte de noviembre de 1975 pone fin a una etapa de la historia de Espana en la que el pais, su politica y sus gentes se definian en funcion de binarismos pre-determinados y aprobados por el mismo Franco y los ideologos del Regimen. Una vez terminada la Guerra Civil, el franquismo hizo entrega de un molde unico y monolitico que definia lo espanol en oposicion a los peligros que, segun los rebeldes, habian amenazado la pureza de la raza y la estabilidad de la nacion en tiempos de la Republica. La Espana de Franco era "una, grande y libre". Era un estado supuestamente solido y sin fisuras en el que el unico nacionalismo era el que reclamaba la independencia del pais de cualquier influencia extranjera y en el que las regiones eran meras divisiones geograficas, sin ningun tipo de existencia politica o derecho a reclamaciones de identidad autonoma. Era una Espana catolica y falangista, de hombres honrados y trabajadores y mujeres dulces y sacrificadas. Esta Espana facil de pelicula en blanco y negro, que desde finales de los cincuenta no gozaba de existencia mas que en los comics educativos publicados con apoyo gubernamental, celebro su caida oficial con el fallecimiento del caudillo. La nueva Espana surgio como una criatura amnesica que se debatia en una orgia de posibilidades existenciales. Politica y socialmente, los espanoles emprenden la nueva etapa con lo que Teresa Vilaros denomina el "pacto del silencio", el olvido colectivo de la historia de la dictadura y una actitud generalizada de "borron y cuenta nueva" (16). Este contexto propicia el nacimiento de otra Espana en la que la caracteristica mas prominente parece ser la ausencia de clara definicion. En contraste con las claras fronteras existenciales impuestas por el regimen, la transicion a la democracia llego con posibilidades ilimitadas. La derecha y la izquierda comulgan en un pacto de renovacion a toda costa, en que lo nacional da acogida e incluso alas a lo regional y mas tarde autonomico. Los espanoles, hombres y mujeres, se incorporan al vagon de la libertad, olvidan viejas imposiciones y acogen este nuevo estado de esquizofrenia cultural. La Espana de la transicion abraza la ausencia de limitaciones, de identidad predestinada. (1)
